En el borde del Sáhara, donde las montañas del Atlas se funden con horizontes dorados infinitos, se encuentra Ouarzazate, una ciudad que parece sacada de un espejismo. Conocida como el «Hollywood de África», esta joya marroquí es un tapiz de grandeza cinematográfica, fortalezas antiguas y paisajes tan impactantes que desafían la imaginación. Para los viajeros que buscan un destino que entrelace cultura, historia y aventura, Ouarzazate es un llamado irresistible.
El telón de fondo del desierto en la pantalla grande en Ouarzazate
El reclamo de fama mundial de Ouarzazate es su papel como locación para superproducciones y series épicas. Los Atlas Studios, uno de los complejos de filmación más grandes del mundo, han albergado producciones que transportan a los espectadores a reinos míticos. Al caminar por sus polvorientos sets, es posible reconocer las calles laberínticas de Pentos de Game of Thrones o el coliseo romano de Gladiator. Cerca de allí, Ait Benhaddou, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ha sido escenario de clásicos como Lawrence of Arabia y The Mummy, con sus muros de arcilla bajo el sol que parecen susurrar las leyendas del cine.
Pero Ouarzazate no es solo un telón de fondo; es un personaje en sí mismo. Las llanuras ocres y los pasos montañosos evocan una belleza cruda, casi marciana, lo que explica por qué cineastas como Ridley Scott y David Lean han sido atraídos aquí. Para los viajeros, una visita guiada por los Atlas Studios ofrece una mirada detrás de cámaras a la magia del cine, mientras que el atardecer en Ait Benhaddou transforma el ksar en un laberinto dorado, perfecto para fotógrafos y soñadores.
Kasbahs: Guardianes de la historia
Más allá del brillo de Hollywood, Ouarzazate es custodia del pasado de Marruecos. Las kasbahs de la región—castillos fortificados de tierra—son monumentos a la ingeniosidad bereber. La Kasbah Taourirt, otrora sede de poder de los señores de la guerra marroquíes, fascina con sus patrones geométricos y sus corredores en forma de panal. Sube a su azotea para disfrutar de vistas panorámicas de la ciudad, donde los picos del Atlas se alzan hacia el cielo.
Sin embargo, es Ait Benhaddou quien roba el espectáculo. Este ksar del siglo XVII, un conjunto de casas de adobe detrás de muros defensivos, emerge de las orillas del río Ounila como un castillo de arena. Cruza el río al amanecer y deambula por callejones silenciosos, pasando por talleres de artesanos y hogares aún habitados por algunas familias. Pasa la noche en una kasbah convertida en hotel, donde los patios iluminados con velas y el té de menta tradicional ofrecen una auténtica muestra de la hospitalidad bereber.
El teatro de la naturaleza: De oasis a dunas
Los paisajes de Ouarzazate son un estudio de contrastes. Al sur, el valle del Draa se despliega en una cinta de palmerales esmeralda y kasbahs en ruinas, con pueblos salpicados de granados y campos de azafrán. Sigue la antigua ruta de las caravanas hacia Zagora, donde el Sáhara comienza su implacable avance, y pasarás por pueblos oasis como Agdz, donde el aire vibra con el aroma de los dátiles.
Los aventureros pueden emprender una excursión en camello hacia las dunas de Erg Chebbi, cerca de Merzouga, donde las noches se pasan bajo un manto de estrellas en lujosos campamentos del desierto. Más cerca de Ouarzazate, el valle del Dadès—conocido como el «Valle de las Mil Kasbahs»—ofrece impresionantes gargantas de roca roja y carreteras serpenteantes perfectas para viajes en coche. No te pierdas el desfiladero de Todgha, donde acantilados de 300 metros se alzan sobre un riachuelo, creando un paraíso para los senderistas.
Cultura: Tejiendo historias en el presente
El alma de Ouarzazate está en su gente. Las comunidades amazigh (bereberes) han preservado sus tradiciones durante milenios. Visita una cooperativa de mujeres en el valle del Draa para aprender sobre la producción de aceite de argán o observa a los artesanos tejer alfombras con vibrantes patrones geométricos. El mercado semanal de Tasselmante estalla en color, con pirámides de especias y joyas de plata hechas a mano.
Si puedes, visita durante el Festival de las Rosas en Kelaat M’Gouna cada mayo, cuando el valle se tiñe de rosas damasco y el aire se llena de música y danza. Para los amantes de la gastronomía, un tajín de cordero cocinado lentamente con ciruelas y almendras es una delicia, o bien disfruta de un té de menta dulce junto a los locales en un patio sombreado.
Lo esencial para tu viaje a Ouarzazate
- Cuándo ir: Primavera (marzo–mayo) y otoño (septiembre–noviembre) ofrecen temperaturas suaves. Los veranos son abrasadores, mientras que los inviernos traen noches frías.
- Cómo llegar: Vuela a Marrakech y emprende un viaje de 4 horas por el impresionante paso de Tizi n’Tichka, o toma un vuelo directo desde Casablanca al pequeño aeropuerto de Ouarzazate.
- Dónde alojarse: Reserva una habitación en el Berbere Palace para disfrutar de lujo junto a la piscina, o elige Kasbah Tebi dentro de Ait Benhaddou para una experiencia de inmersión en la herencia local.
- Respeto: Viste con modestia, pide permiso antes de fotografiar a los lugareños y regatea con suavidad en los mercados.
La escena final
Ouarzazate es más que una escala; es un portal a otro mundo. Aquí, las líneas entre el pasado y el presente, la realidad y la ficción, se desdibujan bajo un sol implacable. Ya sea que sigas los pasos de héroes del cine, intercambies historias con nómadas bereberes o te pierdas en el silencio del desierto, esta maravilla marroquí promete un viaje grabado en la memoria. Como dicen los locales, “En Ouarzazate, hasta las piedras cuentan historias”. Que la tuya comience aquí.